Meditación matutina I: El gran asunto de la salvación
El asunto de nuestra salvación eterna es el más importante de todos. Pero ¿cómo es que los hombres ponen toda su diligencia para tener éxito en los asuntos de este mundo, no dejan ningún medio sin intentar para obtener una situación deseable, para ganar un pleito, o para lograr un matrimonio; no rechazan ningún consejo; no descuidan ninguna medida para asegurar su objeto; ni comen ni duermen, y sin embargo no hacen nada para ganar la salvación eterna - nada para ganarla, sino todo para perderla, como si...? Infierno, Cieloy Eternidad no eran artículos de fe, sino sólo fábulas y mentiras?
¡Oh Dios! Ayúdame con tu luz divina; no permitas que me siga cegando como hasta ahora.
Si ocurre un accidente en una casa, ¿qué no se hace inmediatamente para repararla? Si se pierde una joya, ¿qué no se hace para recuperarla? Se pierde el alma, se pierde la gracia de Dios, ¡y los hombres duermen y ríen! Atendemos con sumo cuidado a nuestro bienestar temporal, y descuidamos casi por completo nuestra salvación eterna. Llamamos felices a los que han renunciado a todas las cosas por Dios; ¿por qué, pues, estamos tan apegados a las cosas terrenas?
¡Oh Jesús! Has deseado tanto mi salvación que derramaste tu sangre y diste tu vida para conseguirla, y yo he sido tan indiferente a la conservación de tu gracia que he renunciado a ella y la he perdido por nada. Lamento, Señor, haberte deshonrado así. Renunciaré a todas las cosas para atender sólo a Tu amor, Dios mío, que eres el más digno de todo amor.
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