MEDITACIÓN MATUTINA: DOMINGO DE LA TERCERA SEMANA DE ADVIENTO

Meditación matutina: La alegría de la venida de Jesús
     Alegraos en el Señor siempre: otra vez digo: alegraos. El Señor está cerca. - (Epístola del domingo, Felipe. iv., 4, 7).
     Consolaos, consolaos, oh hombres, dice Jehová por boca de Isaías: Consolaos, consolaos, pueblo mío, dice vuestro Dios. Hablad al corazón de Jerusalén y llamadla; porque su mal ha llegado a su fin; su iniquidad ha sido perdonada. - (Is. xl. 1). Dios ha descubierto una manera de salvar al hombre, mientras que al mismo tiempo Su Justicia y Su Misericordia serán satisfechas. Justicia y Paz se han besado. - (Sal. lxxxiv., 11).


Meditación I:
     Hablando de la venida del Redentor, Isaías hizo esta predicción: La tierra desolada e intransitable se alegrará, y el desierto se regocijará y florecerá como el lirio. - (Is. xxxv., 1). El Profeta había estado hablando de los paganos (entre los que se encontraban nuestros desdichados antepasados) que vivían en el paganismo, como en una tierra desierta en la que no había ni un solo hombre que conociera o adorara al Dios verdadero, sino que estaba poblada únicamente por esclavos del demonio, una tierra desolado e intransitableporque no existía ningún camino de salvación conocido por aquellas desdichadas gentes. Predijo que el mundo, aunque tan miserable entonces, se regocijaría con la venida del Mesías, y se vería lleno de seguidores del Dios verdadero, fortalecidos por su gracia contra todos los enemigos de su salvación; y que toda la tierra florecería como el lirio por la pureza de las costumbres y el dulce olor de todas las virtudes. Por lo cual Isaías procede a decir: Di a los débiles de corazón: ¡Ánimo y no temáis! Dios mismo vendrá y os salvará. - (Ibid. 4).
     Este mismo acontecimiento, predicho por Isaías, ya ha sucedido. Aclamad, pues, con alegría: ¡Adelante con alegría, oh hijos de Adán! ¡Sigan adelante con alegría! ¡No seáis más pusilánimes! Aunque os veáis débiles e incapaces de hacer frente a tantos enemigos, No temáis. Dios mismo vendrá y te salvará. Dios mismo ha venido a la tierra, y nos ha redimido, impartiéndonos fuerza suficiente para combatir y vencer a todo enemigo de nuestra salvación.
     Oh, feliz de mí, si de hoy en adelante podré decir siempre con el Sagrado Esposo: ¡Mi amado para mí y yo para él! - (Cant. ii., 16). Mi Dios, mi Amado, se ha dado todo a mí. No es sino razonable que yo me entregue toda a mi Dios, y que diga: ¡Qué tengo en el cielo y además de ti qué deseo en la tierra! - (Sal. lxxii., 25). Oh, mi amado Niño, mi querido Redentor, ya que has bajado del Cielo para entregarte a mí, ¿qué otra cosa puedo desear o buscar en el Cielo o en la tierra aparte de Ti, que eres mi Bien Soberano, mi único Tesoro, el Paraíso de las almas? Sé Tú, pues, el único Señor de mi corazón y haz que lo poseas por entero. Que mi corazón sólo Te obedezca a Ti. Que mi alma sólo Te ame a Ti y que sólo Tú seas su porción. Amén.

     Encontrará meditaciones y lecturas para otros días del año en el Meditaciones diarias de este sitio web.

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