Meditación matutina: Consideraciones sobre el Estado religioso - VII
Considere el daño causado a los religiosos por la tibieza.
Las almas negligentes son comúnmente abandonadas por Dios. Santa Teresa vio el lugar preparado para ella en el infierno si no se hubiera desprendido de cierto afecto mundano que, sin embargo, no era sino ligeramente culpable. El que desprecia las cosas pequeñas caerá por poco y poco. - (Ecclus. xix., 1).
Meditación I:
Considera la miseria del Religioso que, después de haber dejado su casa, sus padres y el mundo con todos sus placeres, y después de haberse entregado a Jesucristo, consagrándole su voluntad y su libertad, se expone al peligro de condenarse llevando una vida tibia y negligente. No está lejos de la perdición el Religioso que, llamado a la Casa de Dios para ser Santo, lleva una vida tibia. Dios amenaza con rechazar y abandonar a tales Religiosos si no se enmiendan: Pero como eres tibio comenzaré a vomitarte de mi boca. - (Apoc. iii., 16).
San Ignacio de Loyola, viendo que un Hermano Seglar de la Compañía se había vuelto tibio en el servicio de Dios, le llamó un día y le dijo: "Dime, hermano mío, ¿por qué entraste en Religión?". Él respondió: "Para servir a Dios". "¡Oh hermano mío!" replicó el Santo, "¿qué has dicho? Si hubieras respondido que habías venido a servir a un Cardenal, o a un príncipe de esta tierra, serías más excusable; pero dices que has venido a servir a Dios, ¿y es así como le sirves?". El padre Nieremberg dice que algunos son llamados por Dios para salvarse como santos, y que si no se cuidan de vivir como santos, sino pensando salvarse como cristianos imperfectos, no se salvarán en absoluto. Y San Agustín dice que los tales son, en la mayoría de los casos, abandonados por Dios: "Dios acostumbra a abandonar a las almas negligentes". ¿Y cómo las abandona? Permitiéndoles que de faltas leves, que ven y no enmiendan, caigan en otras graves, pierdan la gracia divina y su Vocación. Santa Teresa de Jesús vio el lugar que le estaba preparado en el infierno, si no se hubiera desprendido de un afecto terreno, aunque no gravemente pecaminoso. El que menosprecia las cosas pequeñas, poco a poco caerá.
Muchos desean seguir a Jesucristo como San Pedro, que cuando su Maestro fue arrestado en el huerto, dice San Mateo, le seguía de lejos. - (Mat. xxvi., 58). Pero haciéndolo así les sucederá fácilmente lo que le sucedió a San Pedro, a saber: que, llegada la ocasión, negó a Jesucristo. Un religioso tibio se contentará con lo poco que haga por Dios; pero Dios, que le llamó a una vida perfecta, no se contentará, y, en castigo de su ingratitud, no sólo le privará de favores especiales, sino que a veces permitirá su caída. "Cuando dices: Basta, estás perdido", dice Agustín. La higuera del Evangelio fue arrojada al fuego sólo porque no dio fruto.
Dios mío, no me rechaces, como merezco, porque enmendaré mi vida. Sé muy bien que una vida negligente como la mía no puede satisfacerte. Sé que con mi tibieza he cerrado la puerta de mi corazón a las gracias que Tú querías concederme. Oh Señor, no me abandones todavía por un tiempo; me levantaré de mi miserable estado. En lo sucesivo pondré más cuidado en vencer mis pasiones, en seguir tus inspiraciones, y nunca por pereza omitiré mis deberes; los cumpliré con mayor diligencia. En resumen, de ahora en adelante haré todo lo que pueda para complacerte, y no descuidaré nada de lo que sé que te agrada.
Encontrará meditaciones y lecturas para otros días del año en el Meditaciones diarias de este sitio web.