MEDITACIONES DIARIAS: PRIMERA SEMANA DE ENERO

Meditación matutina:  JESÚS NUESTRO SALVADOR

     Considera que el Niño Jesús, ocho días después de Su Nacimiento, se mostró ya entonces como nuestro Salvadorderramando Su Sangre divina por nosotros en la Circuncisión, y tomando el Nombre de Salvador. Oh misericordiosísimo Niño Dios, Te doy gracias, y Te suplico por el dolor que sentiste, y por la Sangre que derramaste en Tu Circuncisión, que me concedas la gracia y el poder de arrancar de mi corazón todos los afectos terrenales.

Meditación I:
     He aquí cómo el Padre Eterno, habiendo enviado a Su Hijo a sufrir y morir por nosotros, quiere que en este día sea circuncidado, y comience a derramar Su Sangre Divina, que ha de derramar por última vez el día de Su muerte en la Cruz en un mar de contumacia y dolor. ¿Y por qué? Para que este Hijo inocente pague así las penas que nosotros hemos merecido. La Santa Iglesia exclama: "¡Oh admirable condescendencia de la piedad divina para con nosotros! ¡Oh inestimable amor de caridad! Para redimir al esclavo has entregado a tu Hijo a la muerte".
     Oh Dios eterno, ¿quién podría habernos concedido este don infinito sino Tú, que eres bondad infinita y amor infinito? Oh Dios mío, si al darme a tu Hijo me has dado el tesoro más querido que tienes, es justo que me entregue enteramente a Ti. Sí, Dios mío, te doy todo mi ser; acéptame y no permitas que vuelva a abandonarte.

Meditación II:


Lectura espiritual:  EL NOMBRE DE JESÚS CONSUELA


Meditación vespertina: SE LLAMABA JESÚS - (Evangelio, Lucas ii., 21)

Meditación I: 

Meditación II: 

Meditación matutina:  EL NOMBRE DE JESÚS UN NOMBRE DE ALEGRÍA

     El Nombre de Jesús fue dado al Verbo Encarnado, no por los hombres, sino por Dios mismo.  Y llamarás su nombre Jesús. Es el Nombre de nuestro Salvador, un Nombre de Alegría, un Nombre de Esperanza, un Nombre de Amor. Tu Nombre, pues, oh Jesús, será siempre mi defensa, mi consuelo, un fuego que me mantenga siempre ardiendo con Tu amor.

Meditación I:
     Considera que el Santo Nombre de Jesús no es un Nombre inventado por el hombre, sino que procede de Dios, Quien quiso que fuera dado a conocer por el Arcángel Gabriel, como atestigua San Lucas: Su nombre fue llamado Jesús... por el ángel. - (Lucas ii., 21). San Bernardo dice también que este Nombre no es una simple figura de las cosas, o una sombra sin realidad. Jesús es un Nombre que expresa perfectamente la unión hipostática de la naturaleza divina y la naturaleza humana. El mundo no habría podido ser salvado por Dios, porque Dios no podía sufrir, ni por un simple hombre, porque el hombre es limitado y finito. Esta es la razón por la que el Santo Nombre Jesús, que significa lo mismo que Salvador, como declara el Ángel, ha sido dado al Hijo de Dios, hecho Hombre por María, para mostrar que fue a la vez como Dios y como Hombre como Él llevó a cabo la redención de la humanidad liberando a los hombres de la esclavitud del pecado. En resumen, Jesús es un Nombre que comprende el Infinito, la Eternidad, la Inmensidad, la Sabiduría, la Justicia, la Misericordia y todas las Perfecciones adorables de Dios. ¡Qué felicidad para nosotros ser reconciliados con el Padre Eterno por los méritos de este Mediador divino que de Su infinita bondad pagó nuestra deuda con Su preciosa Sangre! Adorable Jesús, si Te sacrificaste para liberar a Tu pueblo de las manos de sus enemigos, a fin de adquirir un Nombre eterno, sería justo que este Nombre superara y eclipsara cualquier otro nombre, incluso el de los Serafines, como dice San Pablo: Siendo hecho tanto mejor que los ángeles, cuanto que heredó un nombre más excelente que ellos. - (Heb. i., 4). Y si el Padre Eterno ha querido que este Nombre sea el de Su Hijo, concédenos que, habiendo experimentado en la tierra sus felices efectos, lleguemos a la completa felicidad del Cielo para alabarte y bendecirte por toda la eternidad.

Meditación II:


Lectura espiritual: EL NOMBRE DE JESÚS NUESTRA DEFENSA


Meditación vespertina:  EL NOMBRE DE NUESTRO SALVADOR UN NOMBRE DE GRAN PODER

Meditación I: 

Meditación II: 

Meditación matutina:  EL VALOR DEL TIEMPO

     Hijo, observa la hora. - (Ecclus. iv., 23).
    El tiempo es un tesoro de inestimable valor, porque en cada instante de tiempo podemos ganar un aumento de gracia y de gloria eterna. Si los bienaventurados del Cielo pudieran afligirse, lo harían por haber perdido tanto tiempo; y en el infierno las almas perdidas se atormentan con el pensamiento de que ya no hay tiempo para ellas.  Hijo, observa la hora.

Meditación I:
     Hijo, dice el Espíritu Santo, ten cuidado de observar el tiempo, el mayor y más precioso don que Dios puede concederte en esta vida. Los mismos paganos conocían el valor del tiempo. Séneca dijo que "ningún precio es equivalente para él". Pero los Santos han comprendido aún mejor su valor.* Según San Bernardino de Siena, un momento de tiempo tiene tanto valor como Dios; porque en cada momento un hombre puede, por actos de contrición o de amor, adquirir la gracia de Dios y la gloria eterna.
     El tiempo es un tesoro que sólo se encuentra en esta vida: no se encuentra en la otra, ni en el infierno ni en el cielo. En el infierno los condenados exclaman con lágrimas: ¡Oh, si nos dieran una hora! Pagarían cualquier precio por una hora de tiempo en la que pudieran reparar su ruina, pero esta hora nunca la tendrán. En el Cielo no hay llanto; pero si los santos fueran capaces de llorar, todas sus lágrimas surgirían del pensamiento de haber perdido el tiempo en el que podrían haber adquirido mayor gloria, y de la convicción de que este tiempo nunca más les será concedido. Una monja benedictina se apareció después de la muerte en la gloria a cierta persona y le dijo que era perfectamente feliz, pero que si pudiera desear algo sería volver a la vida y sufrir dolores y privaciones para merecer un aumento de gloria. Añadió que por la gloria que corresponde a una sola Ave Maríase contentaría con soportar hasta el Día del Juicio la dolorosa enfermedad que le causó la muerte.
     Oh Dios mío, te doy gracias por el tiempo que me concedes para reparar los desórdenes de mi vida pasada. Si muriera en este momento, el recuerdo del tiempo que he perdido sería uno de mis mayores tormentos. ¡Ah, Señor mío, me has dado tiempo para amarte y lo he gastado en ofenderte! Merecí ser enviado al infierno desde el primer momento en que te di la espalda, pero Tú me has llamado al arrepentimiento y me has perdonado. Prometí no ofenderte más y ¡cuántas veces he vuelto a pecar! ¡Cuántas veces me perdonaste mis ingratas recaídas! Bendita sea por siempre tu misericordia. ¡Ah, cuánto siento haber ofendido a un Dios tan bueno!

* El propio santo escritor, San Alfonso, hizo voto de "no perder nunca un instante de tiempo".

Meditación II:


Lectura espiritual:  EL NOMBRE DE JESÚS INFLAMA CON SANTO AMOR


Meditación vespertina:  LAS OCUPACIONES DEL NIÑO JESÚS EN EL ESTABLO DE BELÉN

Meditación I: 

Meditación II: 

Meditación matutina:  EL CORAZÓN DE JESÚS LLENO DE SUFRIMIENTOS DESDE SU INFANCIA

     Mi dolor está continuamente ante mí. - (Sal. xxvii., 18).
    Estamos acostumbrados a oír hablar de la Creación, de la Encarnación, de la Redención; de Jesús nacido en un establo, de Jesús muerto en la Cruz. Oh Dios mío, si supiéramos que otro hombre nos ha conferido alguno de estos beneficios no podríamos dejar de amarlo. Oh Corazón adorable de mi Jesús, Corazón inflamado en el amor de los hombres, Corazón creado a propósito para amarlos, ¡cómo es posible que seas despreciado, y Tu amor tan mal correspondido!

Meditación I:
     Considerad que en el momento en que el alma de Jesucristo fue creada y unida a su cuerpecito en el seno de María, el Padre Eterno dio a entender a su Hijo su voluntad de que muriese por la redención del mundo; y en ese mismo instante presentó a su vista toda la espantosa escena de los sufrimientos que habría de soportar, hasta la muerte, para redimir a la humanidad. Nuestro Divino Redentor vio en aquel momento todos los trabajos, desprecios y pobreza que habría de padecer durante toda su vida, tanto en Belén como en Egipto y en Nazaret; todos los sufrimientos e ignominias de su Pasión, los azotes, las espinas, los clavos y la Cruz; todos los cansancios, tristezas, agonías y abandonos en que había de terminar su vida en el Calvario.
     Cuando Abraham conducía a su hijo a la muerte, no quiso informarle de ello a su aflicción de antemano, ni siquiera durante el corto tiempo que fue necesario para que llegaran al Monte. Pero el Padre Eterno eligió que Su Hijo Encarnado, a Quien había destinado para ser la Víctima de Su justicia en expiación por nuestros pecados, sufriera desde el principio todos los dolores a los que iba a ser sometido durante Su vida y en Su muerte.
     Dulce, amable y amoroso Corazón de Jesús, desde tu infancia estuviste lleno de amargura y sufriste agonías en el seno de María sin consuelo y sin nadie que te mirara y consolara. Todo esto sufriste, oh Jesús mío, para satisfacer el dolor y la agonía eternos que yo merecía sufrir en el infierno por mis pecados. Sufriste privado de todo alivio, para salvarme a mí que he tenido la osadía de abandonar a Dios, y de volverle la espalda, para satisfacer mis miserables inclinaciones. Te doy gracias, ¡oh afligido y amante Corazón de mi Señor! Te doy gracias y me compadezco de Ti, sobre todo cuando veo que mientras Tú sufres tanto por los hombres, estos mismos hombres ni siquiera se compadecen de Ti. ¡Oh amor de Dios, oh ingratitud del hombre! Oh hombres, oh hombres, contemplad a este pequeño Cordero inocente que agoniza por vosotros, para satisfacer a la justicia divina por las injurias que habéis cometido contra Él. Ved cómo ora e intercede por vosotros ante Su Padre Eterno; contempladlo y amadlo.

Meditación II:


Lectura espiritual:  "HA APARECIDO LA GRACIA DE DIOS NUESTRO SALVADOR".


Meditación vespertina:  LA BONDAD DE JESÚS NUESTRO DIOS

Meditación I: 

Meditación II: 

Meditación matutina:  LAS ORACIONES DE MARÍA POR NOSOTROS SIEMPRE SON ESCUCHADAS

     San Bernardo nos exhorta a buscar la gracia y a buscarla a través de María, pues, dice, es una Madre a la que nada se le puede negar. Si, pues, queremos salvarnos, encomendémonos a María, pues sus oraciones serán siempre escuchadas.

Meditación I:
     Jesús es el Mediador de la Justicia; María, la Mediadora de la Gracia. Pues, como dicen San Bernardo, San Buenaventura, San Bernardino de Siena, San Germán, San Antonino y otros, es voluntad de Dios dispensar por manos de María las gracias que le plazca concedernos. Para Dios, las oraciones de los santos son las oraciones de sus amigos, pero las oraciones de María son las oraciones de su Madre. La devoción más agradable a la Santísima Virgen es recurrir siempre a Ella y decir: Oh María, intercede por mí ante tu Hijo Jesús.
     Jesús es omnipotente por naturaleza; María es omnipotente por gracia; obtiene todo lo que pide. Es imposible, dice San Antonino, que esta Madre pida algún favor a su Hijo para los que le son devotos y el Hijo no le conceda su petición. Jesús se complace en honrar a su Madre concediéndole todo lo que le pide. De ahí que San Bernardo nos exhorte a buscar la gracia y a buscarla a través de María, porque es una Madre a la que nada se le puede negar. Si, pues, queremos salvarnos, encomendémonos a María, para que interceda por nosotros, porque sus oraciones son siempre escuchadas. Oh Madre de misericordia, ten piedad de mí. Tú, que eres llamada abogada de los pecadores, ayúdame a mí, pecador, que confío en ti.

Meditación II:


Lectura espiritual:  NUESTRA SALVACIÓN ETERNA ESTÁ EN LA ORACIÓN


Meditación vespertina:  LA SOLEDAD DE JESÚS EN EL ESTABLO

Meditación I: 

Meditación II: