MEDITACIONES DIARIAS: QUINTA SEMANA DESPUÉS DE PENTECOSTÉS

Meditación matutina:  LA SALVACIÓN ES NUESTRO ÚNICO NEGOCIO EN ESTE MUNDO

     Una cosa es necesaria. - (Lucas x., 42). No es necesario que seamos ricos, ni honrados, ni que gocemos de buena salud, sino que es necesario que nos salvemos. Sólo para este fin nos ha puesto Dios en este mundo, y ¡ay de nosotros si no lo alcanzamos!

Meditación I:
     De todos nuestros asuntos no hay ninguno más importante que el de nuestra salvación eterna, de la que depende nuestra felicidad o nuestra miseria por toda la eternidad.
     Una cosa es necesaria. - (Lucas x., 42). No es necesario que seamos ricos, honrados o que gocemos de buena salud, sino que es necesario que nos salvemos. Sólo para este fin nos ha puesto Dios en este mundo, y ¡ay de nosotros si no lo alcanzamos!
     San Francisco Javier decía que el único bien que se puede obtener en este mundo es la salvación; y el único mal que hay que temer, la condenación. ¿Qué importa que seamos pobres, despreciados o enfermos? Si nos salvamos, seremos felices para siempre. Por el contrario, ¿de qué nos sirve ser grandes o monarcas? Si estamos perdidos, seremos miserables por toda la eternidad.
     Oh Dios, ¿qué será de mí? Puedo salvarme y también perderme. Y si puedo perderme, ¿por qué no resuelvo adherirme más estrechamente a Ti?
     Jesús mío, ten piedad de mí. Enmendaré mi vida. Dame tu ayuda. Tú has muerto para salvarme y, a pesar de ello, ¿voy a perder mi salvación?

Meditación II:
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Lectura espiritual:  I. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO*.

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     * Este pequeño tratado fue escrito por San Alfonso en forma de carta a un joven que le consultó sobre el estado de vida que debía elegir. - ED.

Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     Decía el padre Baltasar Álvarez que el cristiano no debe imaginarse haber hecho ningún progreso en la perfección hasta que no haya logrado penetrar en su corazón un sentido duradero de las penas, pobreza e ignominias de Jesucristo, de modo que sea capaz de soportar con amorosa paciencia toda pena, privación y desprecio, por amor de Jesucristo.
     En primer lugar, hablemos de las enfermedades corporales, que, soportadas con paciencia, merecen para nosotros una hermosa corona.
     San Vicente de Paúl dijo: "Si supiéramos cuán precioso tesoro encierran las enfermedades, las aceptaríamos con alegría como la mayor de las bendiciones posibles". De ahí que el mismo Santo, aunque constantemente afligido por dolencias que a menudo no le dejaban descanso ni de día ni de noche, las soportaba con tanta paz y serenidad de semblante que nadie podía adivinar que algo le aquejaba en absoluto. Oh, ¡cuán edificante es ver a una persona enferma sobrellevar su enfermedad con un semblante pacífico, como lo hizo San Francisco de Sales! Cuando estaba enfermo, simplemente le daba a conocer su queja al médico, le obedecía exactamente tomando las medicinas prescritas, aunque le dieran náuseas; y por lo demás, permanecía en paz, sin pronunciar una sola queja en todos sus sufrimientos. ¡Qué contraste con ésta es la conducta de aquellos que no hacen más que quejarse hasta de la más insignificante indisposición, y que quisieran tener a su alrededor a todos sus parientes y amigos para contar con su simpatía! Muy distinta fue la instrucción de Santa Teresa a sus monjas: "Hermanas mías, aprended a sufrir algo por amor de Jesucristo, sin que todo el mundo lo sepa". Un Viernes Santo, Jesucristo favoreció al Venerable Padre Luis da Ponte con tantos sufrimientos corporales, que ninguna parte de él estaba exenta de su dolor particular; mencionó sus graves sufrimientos a un amigo, pero después se arrepintió tanto de haberlo hecho, que hizo voto de no revelar nunca más a nadie lo que tuviera que sufrir después. Digo "fue favorecido", porque, para los santos, las enfermedades y los dolores que Dios les envía son verdaderos favores.

Meditación II:      

Meditación matutina:  LA PÉRDIDA DEL ALMA, UN MAL IRREPARABLE

   ¿Cuánto tardaremos? Hasta que tengamos que llorar con los condenados, diciendo: ¡Ergo erravimus! Por tanto, ¡nos hemos equivocado! - (Wis. v., 6), ¿y ya no hay, ni habrá nunca, remedio para nosotros? Para todas las demás desgracias de este mundo hay algún remedio, pero para la pérdida del alma no lo hay.

Meditación I:
     ¿Y cuánto tardaremos? Hasta que tengamos que llorar con los condenados, diciendo: ¡Ergo erravimus! Por tanto, ¡nos hemos equivocado! - ¿y ya no hay, ni habrá nunca, remedio para nosotros?
     Para cualquier otra desgracia en este mundo hay algún remedio, pero para la pérdida del alma no hay ninguno.
     ¡Cuántas penas y molestias se toman los hombres para obtener riquezas, dignidades, placeres! Pero, ¿qué hacen para salvar sus almas? Nada; ¡como si la pérdida del alma fuera de poca importancia!
    ¡Cuánta diligencia en preservar la salud corporal! Se buscan los mejores médicos, los mejores remedios, el mejor clima. Y en cuanto a la salud del alma, ¡qué gran negligencia!
     ¡Oh Dios mío, no resistiré más Tus llamadas! Quién sabe si las palabras que ahora leo serán mi última llamada de Dios.
     ¿Podemos ser conscientes del peligro de perdernos para siempre y no temblar? ¿Y tardamos en poner remedio a los desórdenes de nuestras conciencias?
     Alma mía, ¡cuántas gracias no te ha concedido Dios para que te salves! Te ha hecho nacer en el seno de la verdadera Iglesia. Cuántas ventajas para llegar a ser santo. Sermones, confesiones, el buen ejemplo de los compañeros. ¡Cuántas luces, cuántas llamadas amorosas en los Ejercicios Espirituales, en la Meditación, en la Sagrada Comunión! ¡Cuántas misericordias no te ha hecho Él! ¡Cuánto tiempo no te ha esperado! ¡Cuántas veces no te ha perdonado! - Gracias que no ha concedido a tantos otros.

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  II. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     Dices que ni siquiera puedes rezar, porque tienes la cabeza muy débil. Sea así: no puedes meditar; pero ¿por qué no puedes hacer actos de resignación a la voluntad de Dios? Si sólo hicieras estos actos, no podrías hacer mejor oración, acogiendo con amor todos los tormentos que te asaltan. Así actuó San Vicente de Paúl. Cuando le atacaba una enfermedad grave, solía mantenerse tranquilamente en la presencia de Dios, sin forzar su mente a detenerse en ningún tema en particular; su único ejercicio consistía en suscitar de vez en cuando algunos actos breves, como de amor, de confianza, de acción de gracias, y más frecuentemente de resignación, sobre todo en la crisis de sus sufrimientos. San Francisco de Sales hizo esta observación: "Consideradas en sí mismas las tribulaciones son aterradoras; pero consideradas en la voluntad de Dios, son encantadoras y deliciosas." No podéis hacer meditación, decís, y ¡qué oración más exquisita que echar de vez en cuando una mirada a vuestro Señor crucificado, y ofrecerle vuestros dolores, uniendo lo poco que soportáis a los tormentos sobrecogedores que afligieron a Jesús en la cruz!

Meditación II:      

Meditación matutina:  DEBEMOS ANTE TODO ASEGURAR LA SALVACIÓN DE NUESTRAS ALMAS

     Procedamos en seguida a la obra de la salvación de nuestra alma, porque la muerte se acerca. Lo que podamos hacer hoy, no lo dejemos para mañana. El tiempo pasa y no vuelve más.

Meditación I:
     Procedamos en seguida a la obra de la salvación de nuestra alma, porque la muerte se acerca. Lo que podamos hacer hoy, no lo dejemos para mañana. El tiempo pasa y no vuelve más.
     Todos dicen, en la hora de la muerte: ¡Oh, si yo hubiera sido un santo! Pero ¿de qué servirán esos lamentos cuando falte el aceite y la lámpara se apague pronto?
     Lo diremos cuando llegue la muerte: ¿Qué me habría costado evitar esa ocasión, soportar a esa persona, romper esa correspondencia, ceder ese punto de honor? Pero no lo hice; ¿y ahora qué será de mí?
     No pensemos que podemos hacer demasiado para ganar la salvación eterna. "Ninguna seguridad puede ser demasiado grande", dice San Bernardo, "cuando está en juego la Eternidad".
     Para asegurar nuestra salvación, debemos estar resueltos a adoptar los medios. No bastará la inclinación, ni nos servirá decir: Lo haré de aquí a poco. El infierno está lleno de almas que dijeron: ¡Pronto! ¡Dentro de poco! Entre tanto llegó la muerte, y se perdieron.
     ¡Oh Señor, ayúdame! Te diré, con Santa Catalina de Génova: "¡Jesús mío, no más pecados, no más pecados!" Renuncio a todo para complacerte.

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  III. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     ¡Oh, qué abundancia de méritos puede acumularse soportando pacientemente una enfermedad! Dios Todopoderoso reveló al Padre Baltasar Álvarez la gran gloria que tenía reservada para cierta religiosa que había soportado con resignación una dolorosa enfermedad; y le dijo que había adquirido más méritos en aquellos ocho meses de su enfermedad que otras Religiosas en muchos años. Es por la paciente resistencia de la enfermedad que tejemos una gran parte, y quizás la mayor parte, de la corona que Dios destina para nosotros en el Cielo. Santa Lidwina tuvo una revelación en este sentido. Después de sufrir muchos y muy crueles desórdenes, como ya hemos dicho, rogó morir mártir por amor a Jesucristo; un día, suspirando por este martirio, vio de repente una hermosa corona, pero aún incompleta, y comprendió que estaba destinada a ella; entonces la Santa, deseando verla completa, suplicó al Señor que aumentara sus sufrimientos. Su plegaria fue escuchada, pues en seguida llegaron unos soldados y la maltrataron, no sólo con palabras injuriosas, sino con golpes y ultrajes. Entonces se le apareció un Ángel con la corona terminada, y le informó que aquellas últimas injurias le habían añadido las gemas que le faltaban; y poco después expiró.

Meditación II:    

Meditación matutina:  LA VANIDAD DEL MUNDO - LOS BIENES DE ESTE MUNDO SON BIENES FALSOS

     ¡El mundo! ¿Y qué es el mundo sino mero espectáculo? Una escena que pasa rápidamente.  La moda de este mundo pasa.  La muerte se acerca, cae el telón, se cierra la escena, ¡y todo llega a su fin!

Meditación I:
     ¿Qué aprovechará al hombre, si ganare todo el mundo, y perdiere su alma? - (Mt. xvi., 26). ¡Oh gran máxima, que ha conducido tantas almas al cielo y ha dado tantos santos a la Iglesia! ¿De qué aprovecha ganar el mundo entero, que pasa, y perder el alma, que es eterna?
     El mundo. ¿Y qué es el mundo sino un mero espectáculo, una escena que pasa rápidamente?  La moda de este mundo pasa. - (1 Cor. vii., 31). La muerte se acerca, cae el telón, se cierra la escena, y así todo llega a su fin.
     ¡Ay! a la hora de la muerte, ¡cómo le parecerán al cristiano todas las cosas mundanas -esos vasos de plata, esos montones de oro, esos muebles ricos y vanos- cuando tenga que dejarlas todas para siempre!
     Oh Jesús, haz que en adelante mi alma sea toda Tuya. Haz que no ame a nadie más que a Ti. Deseo renunciar a todas las cosas antes de que la muerte me arranque de ellas.
     Santa Teresa dice: "Nada debe considerarse de importancia que deba llegar a su fin". Esforcémonos, pues, por conseguir aquel tesoro que no se acabe con el tiempo. De qué le sirve al hombre ser feliz por unos días (si es que puede haber felicidad sin Dios), si ha de ser infeliz para siempre en la eternidad.
     David dice que los bienes terrenales, a la hora de la muerte, parecerán como un sueño a quien despierta del sueño: Como el sueño de los despiertos. - (Sal. lxxii., 20). ¿Qué desilusión siente quien, habiendo soñado que era rey, al despertar se encuentra tan humilde y pobre como siempre?
     Oh Dios mío, ¿quién sabe sino que esta meditación que ahora leo será para mí la última llamada? Permíteme desarraigar de mi corazón todos los afectos terrenales, antes de entrar en la eternidad. Haz que sea consciente del gran mal que te he hecho, ofendiéndote y abandonándote por amor a las criaturas.  Padre, no soy digno de ser llamado hijo tuyo. - (Lucas xv., 21). Estoy afligido por haberte dado la espalda; no me rechaces ahora que vuelvo a Ti.

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  IV. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     Above all, in time of sickness we should be ready to accept of death, and of that death which God pleases.  We must die, and our life must finish in our last illness; but we do not know which will be our last illness.  Wherefore in every illness we must be prepared to accept that death God has appointed for us.  A sick person says: “Yes; but I have committed many sins, and have done no penance.  I should like to live, not for the sake of living, but to make some satisfaction to God before I die.”  But tell me, how do you know that if you live longer you will do penance, and not rather do worse than before?  At present you can well cherish the hope that God has pardoned you, and what penance can be more satisfactory than to accept of death with resignation, if God wills you are to die?  St. Aloysius Gonzaga, at the age of twenty-three, gladly embraced death with this reflection: “At present,” he said, “I am, as I hope, in the grace of God.  Hereafter I know not what may befall me; so that I now die contentedly, if God calls me to the next life.”  It was the opinion of Blessed John of Avila that every one, provided he be in proper dispositions, though only  moderately good, should desire death, to escape the danger which always surrounds us in this world, of sinning and losing the grace of God.
     Además, debido a nuestra fragilidad natural, no podemos vivir en este mundo sin cometer al menos pecados veniales; esto debe ser un motivo para que abracemos de buen grado la muerte, a fin de no ofender nunca más a Dios. Además, si de verdad amamos a Dios, deberíamos anhelar ardientemente ir a verle y amarle con todas nuestras fuerzas en el Paraíso, cosa que nadie puede hacer perfectamente en esta vida presente; pero a menos que la muerte nos abra la puerta, no podremos entrar en esa bendita región del amor. Esto hizo gritar a San Agustín, aquella alma amante: "¡Oh, déjame morir, Señor, para que pueda contemplarte!". Oh Señor, déjame morir, pues de otro modo no puedo contemplarte y amarte cara a cara.

Meditación II:    

Meditación matutina:  LA VANIDAD DEL MUNDO - LOS BIENES DE ESTE MUNDO PASAN RÁPIDAMENTE

     Grandes del mundo, atormentados en los fuegos del infierno, ¿qué os queda ahora de vuestros honores y riquezas? Responden llorando: ¡Nada! ¡Nada!  ¿Qué ventaja nos ha traído la jactancia de las riquezas? Todas estas cosas han pasado como una sombra.

Meditación I:
     Grandes del mundo, que ahora estáis atormentados en los fuegos del infierno, ¿qué os queda ahora de vuestros honores y riquezas? Responden llorando: ¡Nada! ¡Nada! No tenemos más que tormentos y desesperación. Todo ha pasado, salvo nuestro castigo, que no tendrá fin.
     Al morir los hombres dirán: ¿De qué nos ha servido la soberbia? ¿O qué ventaja nos ha traído la jactancia de las riquezas? Todo eso pasó como una sombra. - (Wis. v., 8). Ay! el recuerdo de las cosas buenas que hemos disfrutado en el mundo no nos inspirará confianza a la hora de la muerte, sino que nos llenará de terror y confusión.
     ¡Ay de mí! ¿Cuántos años llevo en el mundo, y qué he hecho hasta ahora por Dios? Oh Señor, ten piedad de mí, y no me alejes de tu rostro. - (Sal. l., 13).
     El tiempo de la muerte es el momento en que todas las cosas mundanas aparecerán como realmente son: ¡vanidad, humo, polvo!
     ¡Oh Dios mío! ¡Cuántas veces te he cambiado por la nada! No me atrevería a esperar el perdón si Tú no hubieras muerto para perdonarme. Ahora te amaré sobre todas las cosas, y estimaré tu gracia más preciosa que todos los reinos de la tierra.
     San Pablo compara la muerte con un ladrón - (1 Tes. v., 4), porque nos despoja de todas las cosas: posesiones, relaciones, belleza, dignidad, e incluso de nuestra propia carne.
     El día de la muerte también se llama el día de la destrucción. - (Deut. xxxii., 35). Entonces perderemos todo lo que hemos adquirido y todo lo que podemos esperar de este mundo. ¡Oh Jesús mío! No estoy preocupado por la pérdida de los bienes terrenales, sino sólo por no perderte a Ti, el Bien Infinito.
     Exaltamos a los santos que, por amor a Jesucristo, desprecian los bienes de esta tierra; ¿y seguimos apegados a tales vanidades ante el peligro inminente de nuestra salvación?
     Tenemos en gran estima los tesoros de esta vida; ¿y por qué tenemos tan poco en cuenta los tesoros de la eternidad?
     Ilumíname, oh Dios mío. Hazme comprender que todas las criaturas no son nada, y que Tú eres mi Todo, el Bien Infinito. Haz que deje todas las cosas para poseerte sólo a Ti. ¡Dios mío! ¡Dios mío! Sólo a Ti deseo, y fuera de Ti, ¡nada en este mundo!

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  V. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     San Buenaventura decía que los bienes temporales no eran más que una especie de cal de pájaro que impedía al alma volar hacia Dios. Y San Juan Clímaco decía que la pobreza, por el contrario, es un camino que conduce a Dios libre de todo estorbo. Nuestro Señor mismo dijo: Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el reino de los cielos. - (Mt. v., 3). En las otras Bienaventuranzas, el Cielo de la vida venidera se promete a los mansos y a los limpios de corazón; pero a los pobres, el Cielo (es decir, la alegría celestial) se les promete incluso en esta vida: de ellos es el reino de los cielos. Sí, porque incluso en la vida presente los pobres disfrutan de un anticipo del Paraíso. Por pobres de espíritu se entiende aquellos que no sólo son pobres de bienes terrenales, sino que ni siquiera los desean; que, teniendo lo suficiente para vestirse y alimentarse, viven contentos, según el consejo del Apóstol: Pero teniendo comida y con qué cubrirnos, con esto nos contentamos. - (1 Tim. vi., 8). ¡Oh, bendita pobreza, exclamó san Lorenzo Justiniano, que nada posee y nada teme! Siempre alegre y siempre en abundancia, pues ella convierte todo inconveniente en ventaja para el alma. San Bernardo decía: "El avaro tiene hambre de las cosas terrenales como un mendigo, el pobre las desprecia como un señor". El avaro tiene siempre hambre como un mendigo, porque nunca se sacia de poseer; el pobre, por el contrario, las desprecia todas como un rico señor, en cuanto que nada desea.

Meditación II:  

Meditación matutina:  LA VANIDAD DEL MUNDO - LA MUERTE NOS MUESTRA LA VANIDAD DEL MUNDO

     San Juan Crisóstomo dice: "Ve al sepulcro, y contempla el polvo y los gusanos y... ¡suspira!". ¡Oh, el gran secreto de la muerte! Las cosas más deseables de esta tierra pierden todo su esplendor cuando se contemplan desde el lecho de muerte.

Meditación I:
    ¡Oh, el gran secreto de la muerte! ¡Cómo pone fin a todos los deseos mundanos! ¡Cómo muestra toda la grandeza mundana como humo y engaño! Las cosas más deseadas de esta tierra pierden todo su esplendor cuando se contemplan desde el lecho de muerte. La sombra de la muerte oscurece la belleza de todas las cosas de aquí abajo.
   ¿De qué sirven las riquezas, si no queda más que una sábana? ¿De qué sirve la belleza corporal, si todo se reduce a un montón de gusanos? ¿De qué sirve la autoridad, si lo único que queda es ser arrojado a la tumba y olvidado por todos?
    San Crisóstomo dice: "Ve a un sepulcro, contempla el polvo y los gusanos y... ¡suspira!". Contempla las tumbas de los muertos; ve esos esqueletos roídos por los gusanos y desmoronándose en polvo, y di, con un suspiro: Ah, así debo llegar a ser, ¿y por qué no pienso en esto? ¿Por qué no me entrego a Dios? ¿Quién sabe si lo que ahora leo será para mí la última llamada?
     Oh mi querido Redentor, acepto mi muerte, y la acepto de la manera que te plazca enviármela; pero te suplico que, antes de juzgarme, me des tiempo para lamentar las ofensas que te he hecho. Te amo, Jesús mío, y siento mucho haberte despreciado.
     Oh Dios mío, ¡cuántos seres miserables, por obtener bienes terrenales, placeres, vanidades, han perdido su alma, y, al perder su alma, lo han perdido todo!
     ¿Creemos o no que un día debemos morir? ¿Y que sólo una vez? ¿Y por qué no dejamos todo, para asegurarnos una muerte feliz? Dejémoslo todo, para asegurarlo todo.
     ¿Es posible que nos demos cuenta de que el recuerdo de una vida desordenada será a la hora de la muerte un tormento insufrible, y aun así sigamos viviendo en pecado?
     Oh Dios mío, te doy gracias por la luz que me das. Pero, Señor, ¿qué he hecho? ¿He multiplicado mis pecados, y Tú tus gracias? ¡Ay de mí, si no las aprovecho!

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  VI. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     Este amor a la pobreza deben practicarlo especialmente los Religiosos que han hecho el Voto de Pobreza. "Muchos Religiosos", dice el gran San Bernardo, "desean ser pobres; pero con la condición de no faltarles nada". "Así", dice San Francisco de Sales, "desean el honor de la pobreza, pero no los inconvenientes de la pobreza". A tales personas en aplicable el dicho de la bienaventurada Solomea, monja de Santa Clara: "Aquel Religioso será el hazmerreír de los Ángeles y de los hombres, que finge ser pobre, y sin embargo murmura cuando le falta algo". Los buenos religiosos actúan de otro modo; aman su pobreza por encima de toda riqueza. La hija del emperador Maximiliano II, una monja descalza de Santa Clara, llamada Sor Margarita de la Cruz, se presentó en una ocasión ante su hermano, el archiduque Alberto, con un hábito remendado. Él mostró cierto asombro, como si fuera impropio de su noble cuna, pero ella le respondió: "Hermano mío, estoy más contenta con esta prenda rota que todos los monarcas con sus vestiduras púrpuras". Santa María Magdalena de Pazzi dijo: "¡Oh feliz Religiosa, que, desprendida de todo por medio de la santa pobreza, puedes decir: "El Señor es la porción de mi herencia"!". ¡Dios mío, Tú eres mi porción y todo mi bien! Santa Teresa, habiendo recibido una gran limosna de cierto mercader, le mandó decir que su nombre estaba escrito en el Libro de la Vida; y que, en señal de ello, debía perder todas sus posesiones; y el mercader, en efecto, fracasó, y permaneció en la pobreza hasta la muerte. San Luis Gonzaga decía que no podía haber señal más segura de que una persona se contaba entre los elegidos que verla temer a Dios y, al mismo tiempo, sufrir cruces y tribulaciones en esta vida.

Meditación II:  

Meditación matutina:  LA MISERICORDIA DE LA SANTÍSIMA VIRGEN MARÍA

     "¡Oh, cuántos que merecían ser condenados por la justicia del Hijo, se salvan por la misericordia de la Madre! Porque ella es el tesoro de Dios y la tesorera de todas las gracias, y así nuestra salvación está en sus manos y depende de ella". - (Abad de Celles).

Meditación I:
     La Santísima Virgen dijo un día a Santa Brígida: Me llaman, y en verdad lo soy, la Madre de la Misericordia; porque así me ha hecho Dios. ¿Y quién, sino Dios en su misericordia, porque desea nuestra salvación, nos ha dado este abogado para defendernos? "Por eso", añade María, "miserable será aquel que, mientras esté en su mano, no recurra a mí, que soy misericordiosa". Miserable es el hombre, y miserable por toda la eternidad, que, pudiendo en vida encomendarse a mí, que soy tan benigna y misericordiosa con todos, ha descuidado recurrir a mí, y está perdido.
     ¿Acaso, dice san Buenaventura, tenemos miedo de que, al pedir la intercesión de María, nos la niegue? No, dice el Santo: "María no rehúsa, ni ha rehusado nunca piedad y ayuda a ningún pecador que haya invocado su intercesión". No lo ha hecho, ni puede hacerlo, porque Dios la ha hecho Reina y Madre de Misericordia; y como Reina de Misericordia está obligada a atender al cuidado de los miserables. "Tú", dice San Bernardo, "eres la Reina de la Misericordia; ¿y quiénes sino los miserables son los sujetos de la misericordia?". De ahí que el Santo por humildad añada: "Puesto que, entonces, oh Madre de Dios, eres la Reina de la Misericordia, debes tener un cuidado especial de mí, que soy el más miserable de los pecadores". Como Madre de Misericordia es su deber librar de la muerte a sus hijos enfermos, para quienes su misericordia la convierte en Madre. De ahí que San Basilio la llame hospital público. Los hospitales públicos se construyen para los pobres, y los más pobres son los que más derecho tienen a ser admitidos en ellos. Por eso, según San Basilio, María debe recibir con la mayor ternura y cuidado a los mayores pecadores que recurren a ella.
     Oh gran Madre de Dios, he aquí a tus pies un miserable pecador, que no una, sino varias veces, ha perdido voluntariamente la gracia divina, que tu Hijo le compró con su muerte. Oh Madre de misericordia, vengo a ti con el alma cubierta de heridas y llagas; no te enojes conmigo por esto, sino ten más piedad de mí y ayúdame. No te pido bienes terrenales; te pido que me alcances la gracia de Dios y el amor de tu Hijo.

Meditación II:
     


Lectura espiritual:  VII. LA VENTAJA DE UN RETIRO HECHO EN SOLEDAD Y SILENCIO

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Meditación vespertina:  LA PRÁCTICA DEL AMOR DE JESUCRISTO 

"La caridad lo soporta todo".

EL QUE AMA A JESUCRISTO TODO LO SOPORTA POR ÉL, Y ESPECIALMENTE LA ENFERMEDAD, LA POBREZA Y EL DESPRECIO

Meditación I:
     In the third place, we must practise patience, and show our love of God by tranquilly submitting to contempt.  As soon as a soul delivers herself up to God, He sends her from Himself, or through others, insults and persecution.  One day an Angel appeared to the Blessed Henry Suso, and said to him: “Henry, thou hast hitherto mortified thyself in thy own way; henceforth thou shalt be mortified after the pleasure of others.”  On the day following, as he was looking from a window on the street he saw a dog shaking and tearing a rag which it held in its mouth; at the same moment a voice said to him: “So hast thou to be torn in the mouths of men.”  Forthwith the Blessed Henry Suso descended into the street and secured the rag, putting it by to encourage him in his coming trials.
     Te amo con todo mi corazón, oh mi querido Redentor. Te amo, mi Soberano Bien. Te amo a Ti, mi propio Amor, digno de amor infinito. Estoy afligido por cualquier disgusto que Te haya causado, más que por cualquier mal. Te prometo recibir con paciencia todas las pruebas que me envíes; pero te pido ayuda para ser fiel a mi promesa, y especialmente para poder soportar en paz los dolores de mi última agonía y muerte.
     Oh María, Reina mía, vuélveme a obtener una verdadera resignación en todas las angustias y pruebas que me esperan en la vida y en la muerte.

Meditación II: